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La lotería, los rascas y las quinielas son las que más demanda tienen de forma presencial, mientras que las deportivas son las que más se repiten de manera online

fuente: diariosur.es

Un 20 por ciento de los estudiantes de entre 14 y 18 años de edad confiesa haber jugado con dinero tanto de forma presencial u online. Así se desprende del último informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) del Ministerio de Sanidad, en el que se indica que la gran mayoría de ellos son varones.

Es la realidad que vive la sociedad española, en la que el juego crece entre las adicciones digitales y se ceba con los jóvenes. De hecho, en el citado informe se refleja que la lotería, los rascas y las quinielas son las apuestas que más demanda tienen de forma presencial entre los menores, mientras que las deportivas son las que más se repiten de manera online.

El juego suele entrar en la vida de los menores como un acto de socialización. Según explica la psicóloga de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer), Raquel Castro, los jóvenes empiezan a apostar en grupo y después, mientras que unos lo dejan, otros pueden desarrollar la adicción.

Entonces llegan la irritabilidad, los cambios de humor y una bajada en el rendimiento académico o laboral, según la situación personal. Además, el juego también puede ir asociado a consumos como el alcohol o las drogas, que impulsan la pérdida del control de la persona y le empuja a jugar.

El tratamiento en estos casos suele prolongarse durante más de dos años y consta de varias etapas. En ellas, los especialistas trabajan con los pacientes para que reconstruyan su autoestima, su forma de divertirse -para no relacionarla con el juego- y sus relaciones personales.

Los casos se complican cuando la adicción ha generado deudas, como suele ocurrir con las apuestas. De hecho, Castro cuenta que hay ocasiones en las que los jóvenes adquieren préstamos. Por ello, en estas situaciones también hay que delegar la gestión de la economía propia en alguien de confianza para evitar que los pacientes manejen dinero.