Testimonio de un familiar.
13/01/2009. Ángeles (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. )
Mi nombre es Ángeles, vivo en un pueblo de Jaén. Vengo a la Asociación para poder curar a mi marido de ludopatía. Llevo casada 40 años, mi marido lleva muchos años enganchado al juego de las máquinas tragaperras. El carácter de mi marido, desde el principio ha sido bastante fuerte y humillante.
Por nuestra convicción religiosa tuvimos familia numerosa. Yo pensando en mis hijos he ido aguantando todo, en muchas ocasiones se pasaron ideas por mi cabeza de hacer cualquier disparate, pero ¿cómo abandonaba todo si ellos me necesitaban?. Como toda familia que vive con esta enfermedad hemos pasado por una serie de problemas económicos bastantes fuertes.
Mis suegros y mis hijos mayores en muchas ocasiones nos han ido sacando de situaciones bastantes fuertes, hasta que ha llegado el DÍA que ya no se podía aguantar más, Gracias a Dios se ha convencido de que realmente estaba enfermo y ha dado el paso de poder ponerse en manos de un centro de rehabilitación. En muchas ocasiones, mis hijos han hablado con su padre del problema que tenía, pero como todo jugador, nunca quería darse cuenta de lo que le pasaba. Llegó el día que el mismo se vio metido en un pozo sin fondo y acepto que se le prestase ayuda.
Mis hijos han estado buscando en Internet centros de ayuda para este gran problema y han encontrado AGRAJER, al cual nos pusimos en contacto. Llevamos cuatro meses asistiendo a las reuniones de terapia que ofrecen en este centro, siento que estamos recibiendo bastante ayuda. Aquí cada persona que viene con su problema intenta explicarlo para que los demás se den cuenta que están en igualdad de dichos problemas.
Los psicólogos y monitores nos están dando diferentes clases de terapia para que poco a poco se vayan rehabilitando. Uno de los primeros consejos que nos han dado es que, el enfermo no lleve dinero, para no caer en la tentación de volver a caer. Los familiares tenemos que estar siempre en guardia para poder ayudarles, no dejándolos solos, acompañándoles en todo momento.