Testimonios de jugadores de azar rehabilitados y sus familiares.
Arruinado por el juego a los 26 años: "Siempre quería más y más; es una enfermedad"
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Mario acumula unos 80.000 euros de deuda con entidades financieras, pero también con familiares y amigos. Ahora, tiene la nómina embargada y va contando los días para librarse de esta pesada losa
Con la nómina embargada hasta finales de 2025. Para entonces, tendrá liberado el 60% de su sueldo. Es la consecuencia de la adicción al juego de Mario, un joven de 26 años de Jerez que en realidad no se llama así, pero que prefiere no identificarse con su nombre verdadero. Por el “estigma”, dice, y porque no se le cierren puertas laborales en un futuro.
A diferentes familiares, amigos y entidades de microcréditos debe un total de 80.000 euros, que va devolviendo poco a poco, como puede. De su nómina solo ve 100 euros mensuales. El resto va a pagar deudas, generadas desde hace ocho años, cuando comenzó su adicción al juego, concretamente a la ruleta.
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La historia de Manolo, que fue víctima del juego: ayuda a ludópatas malagueños a salir de su 'infierno'
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Desde la asociación donde ahora es voluntario, Amalajer, apuntan que el perfil de jugador en Málaga es muy joven y con muchas deudas.
Manolo Anaya cruza cada tarde la puerta de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer) con una sonrisa. La cruzó por primera vez como usuario. Llegó cabizbajo y obligado, tras un ultimátum de su mujer. Todo se acabaría para siempre si en menos de una semana no acudía a la asociación que ella misma le buscó para sacarlo del pozo. Aceptó a regañadientes. Ocho años más tarde, Amalajer le ha devuelto a la vida y ahora cruza su puerta de entrada, además de feliz y orgulloso, como voluntario para guiar a los que están pasando por la misma enfermedad que él: la ludopatía.
Es taxista de profesión y tiene 64 años. Hace unos quince comenzó a engancharse a las máquinas de juego que había en el bar. Concretamente a las tragaperras. No podía salir de casa sin monedas, pero lo que empeoraba su adicción era su trabajo: pasaba mucho tiempo solo, de noche, en Málaga y con mucho dinero suelto. "No solía frecuentar salones. Yo jugaba en bares, lo que a veces, aunque parezca curioso, me frenaba, porque no jugaba si veía a alguien conocido en el bar", relata.
Intervención del diputado por Huelva D. Tomás Fernández Ríos en la mesa de drogodependencias del Congreso de los Diputados.
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El diputado Fernández Ríos intervino en el debate acerca de la solicitud del 0,9% de los impuestos recaudados del juego para la rehabilitación de los ludópatas que genera.
Me gasté en apuestas 30.000 euros y robé dinero a mi familia
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Autora: Celina Clavijo. malagahoy.es
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Jugadores en rehabilitación narran su viaje del placer al descontrol
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"La diversión pasó a ser una obsesión; aposté hasta en la Liga de Israel", afirma uno de ellos
"Llegó un momento en que la enfermedad me controlaba a mí. Al principio era un hobby, hasta que la diversión pasó a ser una obsesión". Jesús comenzó a aficionarse a las apuestas deportivas con 23 años. Vivía atado a ellas y reconoce, sin ambages, que estaba enfermo. Al levantarse, lo primero que hacía era mirar el móvil. "No paraba de sonar. La batería me duraba medio día. Mi pareja pensaba que tenía una aventura. Jugaba a todo lo apostable. Me valía cualquier cosa con la que pudiera ganar dinero. Voleibol, hockey sobre hielo, baloncesto, fútbol americano... Llegué a apostar en la Liga de Israel. Yo creía que entendía. Unas veces ganaba y muchas otras perdía", recuerda.
Supo que se le había ido de las manos cuando sobrepasó la línea roja que siempre había creído tener prohibida: terminó robando dinero a su familia. Según sus cálculos, llegó a desembolsar 30.000 euros en unos cinco años. "Empecé gastando 100 euros al mes y fui aumentando. Cobraba 1.100 como comercial e invertía el sueldo íntegro", cuenta. Un golpe de suerte le permitió costearse el viaje de fin de estudios de la carrera. "Si perdieras la primera vez sabrías que todo es una mentira. Al principio lo haces de forma comedida, pero después pierdes la cabeza", reconoce.