La pantalla brilla en la oscuridad de la habitación. A un lado, el casino online despliega luces y sonidos que invitan a jugar. En el otro, el chat nunca se detiene: "¿Cómo ha ido tu día? ¿Qué tal está tu hija?", pregunta un moderador. Para muchos jugadores, es la primera voz amable que leen en horas, días o semanas. No es un amigo ni un psicólogo, sino un trabajador pagado para mantenerlos conectados apostando. Esta nueva estrategia de muchos portales de apuestas busca, mediante los chats entre usuarios y moderadores, generar familiaridad y sensación de comunidad para que los jugadores regresen día tras día, atrapados entre la conversación y el juego.
Me llamo XXXXXXXXXXXX y soy adicto, lo primero agradecer a todos la oportunidad de volver a estar aquí para contar mi historia, y agradecer a mi mujer, a mi asociación JARCA y a todos vosotros, porque solo nunca pude y con vosotros si, sobre todo con la ayuda de mi mujer.
Cuando compartí mi historia hace 2 años, no fui honesto, porque aunque si es verdad que desde que entre en JARCA no volví a jugar más hasta día de hoy, estaba consumiendo alcohol y sustancias, y precisamente en ese momento es cuando peor estaba y al muy poco tiempo tuve el valor de confesarlo a mi mujer y a mi asociación.
Reconocer y dar el paso de que no soy solo ludópata, sino adicto a cualquier sustancia o comportamiento que altere mi organismo fue muy difícil porque mi enfermedad me volvió una persona muy terca y prepotente y a pesar de las recomendaciones de la asociación de no tomar alcohol y las peleas con mi mujer, hasta que no volví a destruirme por completo y mi vida se volvió a convertir en un infierno no confesé.
Hola me llamo xxxxxxx, tengo 51 años, estoy casada y tengo una hija de 25 años.
Yo desde que me case he llevado la economía de mi casa, hace unos 6 o 7 años me descontrole en las compras de ropa y comida hecha, en mi nevera no podía faltar nada de comida. Llegando a tener que pedir tarjeta de microcréditos sin que mi marido se enterara. Cuando vi que ya no me daban más, convencí a mi marido a que la pidiera el, al principio me decía que no, pero no sé cómo me las ingenie pero lo convenci. Comenzó a pedirlas y después empecé a convencerlo para pedir crédito a los bancos. Siempre me las ingeniaba en convencerlo hasta que llego el dfa que todo lo que cobrábamos era para pagar y del sueldo quedaba muy poco. Después empezamos a pedir las pagas por adelantado. Mi casa se volvio insoportable, eran peleas, chillidos con mi marido y mi hija; era un infierno. Después me refugie en las pastillas, en el Lorazepam, me las tomaba como me daba la gana. Un dia despues de tantas pastillas cuando me levante no podia moverme, no tenía movimiento en las piernas, brazos, al final acabe en el hospital.