Manolo Anaya cruza cada tarde la puerta de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer) con una sonrisa. La cruzó por primera vez como usuario. Llegó cabizbajo y obligado, tras un ultimátum de su mujer. Todo se acabaría para siempre si en menos de una semana no acudía a la asociación que ella misma le buscó para sacarlo del pozo. Aceptó a regañadientes. Ocho años más tarde, Amalajer le ha devuelto a la vida y ahora cruza su puerta de entrada, además de feliz y orgulloso, como voluntario para guiar a los que están pasando por la misma enfermedad que él: la ludopatía.
Es taxista de profesión y tiene 64 años. Hace unos quince comenzó a engancharse a las máquinas de juego que había en el bar. Concretamente a las tragaperras. No podía salir de casa sin monedas, pero lo que empeoraba su adicción era su trabajo: pasaba mucho tiempo solo, de noche, en Málaga y con mucho dinero suelto. "No solía frecuentar salones. Yo jugaba en bares, lo que a veces, aunque parezca curioso, me frenaba, porque no jugaba si veía a alguien conocido en el bar", relata.
La Asociación Onubense de Jugadores de Azar en Rehabilitación (AONUJER) quiere alertar a la población onubense en general, y a los jóvenes en particular, de los peligros que acarrea el abuso de los juegos de azar.
Esta entidad que ha cumplido el día 13 de junio 32 años de trabajo y lucha contra las ludopatías en la actualidad da tratamiento a 268 personas adictas al juego y otras adicciones (compras, telefonía, cleptomanía, etc..), y su presidente, Jorge Barroso Barrero, advierte que no debe bajarse la guardia, ya que la problemática de los juegos online crece. Son un reclamo para la gente joven que quiere ganar dinero fácil.
Debido a que se requiere un cierto manejo del ordenador, el avance de esta forma de apostar está provocando un descenso de la edad de los jugadores patológicos. Hace unos años el ludópata que acudía a la asociación tenía entre 35 y 50 años, mientras que en la actualidad ronda los 25. Aunque tenemos personas que desde los 14 años intentan superar su adicción.
Las tragaperras y la ruleta electrónica encabezan la lista de adicciones. Hace unos años, el segundo lugar lo ocupaban los bingos presenciales. Pero en la actualidad este puesto ha sido ocupado por el juego online. Esta modalidad de juego sube posiciones y con mucha fuerza.
Las casas de juego online no son ajenas a la situación de crisis que existe en España y por ello permiten apuestas desde cantidades muy pequeñas. Y con menores cantidades, la persona juega más tiempo. Ahora se juega con cifras menos abultadas, pero cada vez juega más gente. La sociedad no es consciente de la problemática que se está generando.
Detrás de cada caso que llega a AONUJER hay verdaderos dramas personales y familiares. Ludópatas que dejan de pagar la hipoteca, que empiezan a tener problemas en los trabajos porque usan para jugar un dinero que no es suyo o que acumulan una deuda de hasta 90.000 euros por haber pedido préstamos a las casas que dan dinero fácil y sin avales, para satisfacer su adicción.
Desde 1º de año hasta la fecha se han incorporado a tratamiento en los Grupos de Autoayuda y Ayuda Mutua 45 personas adictas, la mayor parte de ellos jóvenes y 43 familiares de estos, pues ya no hace falta ir a un casino o a un bingo para gastarse el sueldo del día o del mes. Ahora la tentación está en casa. Basta con encender el ordenador y comenzar a jugar.
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Con la nómina embargada hasta finales de 2025. Para entonces, tendrá liberado el 60% de su sueldo. Es la consecuencia de la adicción al juego de Mario, un joven de 26 años de Jerez que en realidad no se llama así, pero que prefiere no identificarse con su nombre verdadero. Por el “estigma”, dice, y porque no se le cierren puertas laborales en un futuro.
A diferentes familiares, amigos y entidades de microcréditos debe un total de 80.000 euros, que va devolviendo poco a poco, como puede. De su nómina solo ve 100 euros mensuales. El resto va a pagar deudas, generadas desde hace ocho años, cuando comenzó su adicción al juego, concretamente a la ruleta.
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